viernes, 30 de abril de 2010

El arte de educar

Por Antonio Pérez Esclarín

Según el eminente teólogo español José Antonio Pagola, “posiblemente la tragedia más grave de la sociedad contemporánea es la crisis de la relación educativa”. Muchos padres cuidan a sus hijos, se preocupan de que no les falte nada, hacen enormes esfuerzos para satisfacer sus necesidades e incluso sus caprichos; maestros y profesores se esfuerzan por enseñar a sus alumnos, pero en la mayoría de los hogares y centros educativos se ha perdido el espíritu de la educación.

Y, sin embargo, si una sociedad no sabe educar a las nuevas generaciones no conseguirá ser más humana, por grandes que sean sus avances tecnológicos y su potencial económico, o por mucho que se vocee a los cuatro vientos que aquí estamos pariendo el mundo nuevo mediante la revolución del Siglo XXI. Para el crecimiento humano, los educadores, no los meros profesores, son más importantes y decisivos que los políticos, los técnicos o los economistas.

Educar no es instruir, adoctrinar, mandar, obligar, imponer o manipular. Educar es el arte de acercarse al alumno con respeto y amor, para que se despliegue en él una vida verdaderamente humana. Educar es algo mucho más sublime, importante y difícil que enseñar matemáticas, lengua, inglés, computación o geografía. Educar es formar personas, cincelar corazones nobles y generosos, ofrecer los ojos para que los alumnos, todos los alumnos, puedan mirarse en ellos y verse hermosos, valorados y queridos, para que así puedan mirar la realidad sin miedo y mirar a los demás con respeto y con cariño.

El educador es el partero del alma, el que ayuda a cada alumno a conocerse y quererse, el que confiere la energía y confianza para que cada persona se atreva a caminar la senda de su propia realización, para que desarrolle así la semilla de sí mismo.

La genuina educación está siempre al servicio de la vida y combate con decisión todo lo que impide o asfixia la vida. Verdadero educador es el que sabe despertar toda la riqueza y las posibilidades que hay en cada niño o joven, en cada persona. El que sabe estimular y hacer crecer en él, no sólo sus aptitudes físicas y mentales, sino también lo mejor de su mundo interior y el sentido gozoso y responsable de la vida.

Cuando en las instituciones educativas se ahoga el gusto por la vida, y los docentes se limitan a transmitir de manera disciplinada el conjunto de materias que a cada uno le han asignado (de allí, la palabra asignatura), se pierde el espíritu de la educación.

Por otra parte, la relación educativa exige verdad. Se equivocan los docentes que prefieren ser leales al partido, más que a sus alumnos, a su conciencia, o a su misión de educar. Se equivocan los que, para ganarse el respeto de sus alumnos, se muestran tan distantes o prepotentes, que llegan a ser temidos o aborrecidos por ellos. Lo que los alumnos necesitan es encontrarse con personas cercanas, cariñosas, sencillas, profundamente buenas.

Asimismo, el verdadero educador respeta al alumno, no lo humilla, no lo ofende, no lo desprecia, no se ríe de él, no destruye su autoestima. Una de las formas más sencillas y nefastas de bloquear su crecimiento es decirle: “eres insoportable”, “no hay quien te aguante”, “eres un bruto y bueno para nada”.

En la relación verdaderamente educativa hay siempre un clima de alegría, pues la alegría es siempre signo de creación, y en consecuencia, uno de los principales estímulos del acto educativo. Como ha escrito Simone Weil: “La inteligencia no puede ser estimulada sino por la alegría. Para que haya deseo tiene que haber placer y alegría. La alegría de aprender es tan necesaria para los estudios como la respiración para los corredores”.

Por ser la alegría un valor fundamental del ser humano, hay que proponerla y cultivarla. Al alumno hay que tratarlo con alegría que es el signo que acompaña siempre a cualquier tarea creadora.

Hacer feliz a un niño es ayudarle a ser bueno. Si hay alegría, hay motivación, deseos de aprender. Si en los centros educativos brilla la alegría, habremos conseguido lo más importante. De ahí la importancia de volver al “saber con sabor”, pues hemos convertido la educación en algo muy fastidioso y aburrido. El objetivo esencial de las planificaciones debe ser buscar que los alumnos estén motivados y contentos.

Profesor

viernes, 23 de abril de 2010

Feliz día del libro y del idioma

Hoy 23 de abril se escribe una página más en la historia... Los libros, los libros, hacen vida para decirnos que la libertad existe y que el pensamiento vuela. 

Honores a quienes somos artífices del instrumento de liberación de los pueblos, aquellos que día tras día luchan por capturar los momentos hermosos y guardarlos en ese cofre. 


Asimismo nuestra hermosa lengua siga evolucionando para continuar cubriendo de infinitas melodías los oídos lectores: El Quijote, Macondo, Odas Elementales, Azul, sirvan de impronta a un idioma asaz hermoso.


A continuación un extracto de la Sombra del Viento de Carlos Ruíz Zafón:


"Cada libro, cada tomo que ves, tiene  alma. El alma de quien lo escribió y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien desliza la mirada por sus páginas, su espíritu crece y se hace fuerte". (Pág. 11-12)


Así pues vivan los libros, que son el museo del idioma...

martes, 20 de abril de 2010

Aprender a escuchar y dialogar

En supercastellania celebramos por todo lo alto. A partir de este mes, el egregio y  admirado Antonio Pérez Esclarín nos acompaña; él es un pedagogo muy notable tanto en Venezuela como en el resto del mundo.  Ha dictado cursos y conferencias en numerosos países y también es un escritor muy prolífico pues cuenta en su haber literario con 45 obras.
Actualmente publica sus artículos en los diarios Panorama y Versión Final. Conozcamos brevemente un poco de su vida:
Nace en Berdún, un pueblito del pirineo aragonés (España) cerca de la frontera con Francia. A los 17 años vino a Venezuela. Estudió letras  en la Universidad Católica Andrés Bello; obtiene su doctorado en Filosofía en la Universidad Católica de Quito; en Estados unidos cursa una maestría en el Woodstock College de Nueva York. Es profesor investigador del Centro de Experimentación para el aprendizaje permanente (Cepap) de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Gran parte de su vida y trabajo la ha desarrollado en Fe y Alegría, institución en la que lleva más de 30 años.  


Con Uds. Antonio Pérez Esclarín.


En Venezuela seguimos divididos, rotos, polarizados. Donde las palabras, en vez de ser puentes que nos unen, son muros que nos separan y alejan.

Palabras convertidas en rumor que sobresalta, en acusación sin pruebas, en grito que intenta descalificar y ofender. Palabras, montones de palabras muertas, retórica hueca, sin carne, sin contenido, sin verdad. Dichas sin el menor respeto a uno mismo ni a los demás, para salir del paso, para confundir, para desviar la atención y ganar tiempo, para acusar a otro, para sacudirse de la propia responsabilidad. Palabras, a veces, con enfervorizados llamados al diálogo, sin verdadera disposición a encontrarse con el otro y su verdad. Por ello, diálogos que, en el mejor de los casos, son sólo monólogos impositivos.

Por ello, necesitamos con urgencia aprender a escucharnos. Escuchar antes de ordenar, de juzgar, de acusar, de condenar. Escuchar viene del latín, auscultare, término que ha quedado en la medicina, y denota atención y concentración para comprender.

Escuchar, en consecuencia, no sólo las palabras, sino el tono, los gestos, los miedos, la ira, el dolor. Escuchar, sobre todo, la vida del que habla que con frecuencia niega toda la palabrería supuestamente bella de los discursos: “El ruido de lo que haces me impide escuchar lo que me dices”.

Escuchar para comprender y así poder dialogar. El diálogo exige respeto al otro, humildad para reconocer que uno no es dueño de la verdad. El que cree que posee la verdad no escucha ni dialoga, sino que la impone, pero una verdad impuesta deja de ser verdad.

Si yo sólo escucho al que piensa como yo, al que me adula y sólo me dice lo que yo quiero oír, no estoy escuchando realmente, sino que me estoy escuchando en el otro. El diálogo supone búsqueda, disposición a cambiar, a “dejarse tocar” por la palabra del otro.

En palabras del poeta Antonio Machado: “Tu verdad, no; la verdad. Deja la tuya y ven conmigo a buscarla”. El diálogo verdadero implica voluntad de quererse entender, disposición a encontrar alternativas positivas para todos, opción radical por la sinceridad, que detesta y huye de la mentira.

La educación debe provocar la autonomía y no la sumisión, estimular la pregunta, la reflexión crítica sobre las propias preguntas, para superar la aberración de una supuesta educación que sólo enseña a responder y que, incluso, pretende formatear las mentes para que todos piensen y digan lo mismo. ¡Cuánta falta nos hace tomar en serio el clamor de Simón Rodríguez que repetía con insistencia: “Enseñen a los niños a ser preguntones, para que pidiendo el porqué de lo que se les manda hacer, se acostumbren a obedecer a la razón; no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos!”.

La educación debe promover el análisis crítico de discursos, propagandas, propuestas y hechos, de las actitudes autoritarias y dogmáticas, tanto en la realidad próxima familiar y escolar, como de la problemática nacional y mundial, que capaciten para reconstruir y reinventar la realidad.

En palabras de Paulo Freire, ese gran educador popular, eximio pedagogo del diálogo: “Necesitamos de un radicalismo crítico que combata los sectarismos siempre castradores, la pretensión de poseer la verdad revolucionaria…, la arrogancia, el autoritarismo de intelectuales de izquierda o de derecha, en el fondo igualmente reaccionarios, que se consideran propietarios, los primeros del saber revolucionario, y los segundos del saber conservador…, sectarios de derecha o de izquierda —iguales en su capacidad de odiar lo diferente— intolerantes, propietarios de una verdad de la que no se puede dudar siquiera ligeramente, cuanto más negar”. Pedagogía de la Esperanza, Pág. 185).

El derecho a criticar supone, como también nos lo expresa Paulo Freire, “el deber, al criticar, de no faltar a la verdad para apoyar nuestra crítica; supone también aceptar las críticas de los demás cuando ofrecen argumentos válidos y supone, sobre todo, el deber de no mentir. Podemos equivocarnos, errar; mentir nunca.

No podemos criticar por pura envidia, por pura rabia o sencillamente, para hacerme notar” (“Política y educación”, pág. 67). No hay peor esclavitud que la mentira; ella oprime, atenaza, impide salir de sí mismo. No hay nada más despreciable que la elocuencia de una persona que no dice la verdad. Hay que liberar la conciencia diciendo siempre la verdad.
Es preferible molestar con la verdad que complacer con adulaciones.

Profesor / Filósofo

martes, 13 de abril de 2010

Mejore su expresión

Por Tito Balza Santaella



Miembro Correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua

XXIII.- Durante mucho tiempo se transmitió y publicó una propaganda que decía: “Pero eso sí, con tal de que sea…” y se daba el nombre de un güisqui. Tanto se publicitó ese mensaje, que ha quedado en la conciencia de los malos hablantes y así oímos: “Pero eso sí, con tal de que seas tú”, “Pero eso sí, con tal de que me pagues en efectivo”, “Pero eso sí, con tal de que tú me invites, etc. Estas expresiones no son correctas en español. El módulo con tal se construye en castellano con de o con que, pero nunca con ambos elementos. Se construye con la preposición de cuando tenga delante un infinitivo: Con tal de ir, Con tal de saber, Con tal de averiguar, etc. Pero no debe aparecer la preposición de cuando se construya con una proposición sustantiva encabezada por la conjunción enunciativa que. Ejemplos: Con tal que vengas, y no Con tal de que vengas; Con tal que me quieras, y no Con tal de que me quieras; Con tal que seas amable, y no Con tal de que seas amable.

La propaganda debió decir: Pero eso sí con tal que sea… y dar el nombre del producto.
No es difícil hablar bien. Lo importante es conocer las normas y aplicarlas con disciplina y con mucho amor y respeto por nuestro idioma.


XXIV.- Las palabras antes y después son, lo mismo, adverbios de tiempo como de lugar. Antes indica la anterioridad de hecho en relación con otro bien sea en el tiempo, bien sea en el lugar. Después, por el contrario, da idea de posterioridad, ya sea en el tiempo, ya sea en el espacio. Ellos se construyen con las partículas de o que, nunca con ambas.

Se construyen con de antes de sustantivos, pronombres o verbos en infinitivo. Así se dice correctamente: Con sustantivos: Antes de almuerzo, Antes de Pedro, Después del cerro, Después de la mujer; Con pronombres: Antes de él, Antes de mí, Después de él, Después de ti; y con infinitivos: Antes de venir, Después de entrar, Antes de comenzar, Después de terminar.

Se construyen con que antes de los verbos conjugados: Antes que vengas, Después que salgas, Antes que se acabe, Después que termine. Es incorrecto decir en castellano: Antes de que vengas, Después de que salgas, Antes de que se acabe, Después de que termine.

No es difícil hablar bien. Lo importante es conocer las normas y aplicarlas con disciplina y con mucho amor y respeto por nuestro idioma.

sábado, 10 de abril de 2010

Consideraciones varias… Respuestas al infinito


Por Ángel Alberto Morillo


1.- ¿Cómo se pueden aprovechar las tecnologías de información y comunicación  (TIC) para lograr un desarrollo humano acorde  con el crecimiento económico, la competitividad de los sectores productivos y la cohesión social (Gobernabilidad) en el caso de la República Bolivariana de Venezuela?

El desarrollo humano o no, ser o no ser, esa es la rémora (Recordando a Hamlet de Shakespeare), por ello, resulta menester preguntarse primero cuáles son los indicadores del desarrollo humano, porque bajo un sistema mundial cuyo eje central es el desarrollo económico a costa de la supervivencia humana, sería muy romántico de mi parte aseverar a boca de jarro las bondades de las nuevas tecnologías  de información y comunicación, por ello, es justo y necesario describir grosso modo las relaciones de poder habidas a lo largo de la historia. Al respecto Flamarión y Brignoli (1976) señalan: “En algunos de los textos más antiguos que conocemos aparecen referencias ya muy claras al fenómeno de la desigualdad social. Basta recordar el Código de Hamurabi, la Odisea o El Antiguo Testamento  las múltiples menciones a libres y esclavos, reyes y súbditos, pobres y ricos”.

En este sentido, quiero sentar precedentes necesarios, pues si bien es cierto que las tecnologías han cambiado comportamientos y modos de comunicación milenarios (Pascualli, 2009), también han incidido sobremanera en el desequilibrio ecológico actual, la pérdida de espacios colectivos y un proceso paulatino de individualización extrema.

Ante este cuadro dantesco, ¿es posible aprovechar las nuevas tecnologías de información y comunicación para lograr el desarrollo humano? Depende. Depende de diversos factores, en especial al modo de producción, pues desde una perspectiva marxista el cambio tecnológico equivale al desarrollo cualitativo de las fuerzas productivas, en un cuadro de relaciones de propiedad definidas por el modo de producción prevaleciente (Revista Pensamiento Económico, 1996). Y mientras las estructuras respondan al modo de producción de las elites de poder económico capitalista, continuarán en el tiempo las desequilibradas relaciones de poder entre los pobres y los poderosos lamentablemente.

Las tecnologías deben responder a las exigencias sociales, porque lamentablemente en nuestro país aún vive el capitalismo. El socialismo, como vía alterna, no termina de nacer; de allí que primero debemos promover una cultura del ahorro y racionamiento, hacer un uso responsable de las tecnologías, por ello estos aspectos son imprescindibles para la consolidación de una cultura tecnológica. En efecto, ello será viable a través de la inclusión social, rompiendo de una vez por todas las desigualdades sociales; en esta línea temática, Aguilar y Vivas (2006) expresan que las TICs son vistas como una herramienta que permiten ir eliminando las brechas entre los que tienen y los que no tienen acceso al conocimiento, viabilizando la inclusión social.

Ahora bien, conceptos como crecimiento económico, competitividad de los sectores productivos y la gobernabilidad debemos replantearlos. Propongo más bien una dinámica que vaya en aspectos como bienestar social, complementariedad de los sectores productivos y el poder popular, es allí donde las tecnologías de la comunicación e información deben aplicarse (Art. 22 de Locti), pues de lo contrario, las diferencias sociales seguirán justificadas a través del llamado “Vocabulario de la desigualdad” (Flamarión y Brignoli, 1976), sin dar cabida nunca al papel de las tecnologías como herramientas de la igualdad (Aguilar y Vivas,  2006).  

2.- ¿Cómo pueden contribuir el sector privado y la sociedad civil en la estrategia nacional para la sociedad de la información?

Tengo mis reservas. Por supuesto, no se trata de una posición extremista. En el caso venezolano, estos dos sectores traen a mi memoria recuerdos condicionados. Me ubico en los años 2001, 2002 y 2003, años en las que hordas meritócratas, resentidos sociales, tecnócratas, politiqueros, en nombre de la libertad y de la sociedad civil, contribuyeron en buena parte al desmantelamiento y destrucción del país con tal y salir del tirano Chávez. Pero no pudieron, el tiempo dio razón.

Entre otras consideraciones, cabe destacar también que el término sociedad civil tiene su génesis en el periodo de la Ilustración que tiene su mayor apogeo con la Revolución Francesa, valores como la propiedad privada eran intocables, Gotera (1989) explica que la libertad y la igualdad eran prescriptibles, podían perderse. En cambio, la propiedad privada, inviolable y sagrada, era imperdible.

Yo acuso a la propiedad privada de privarnos de todo, así lo expresaba el poeta Roque Dalton, y en esta misma asociación de ideas, el sector privado, mientras mantenga una postura explotadora, coercitiva, dictatorial, jamás podrá congeniar con los procesos de cambio que en Venezuela intentan gestarse. De allí, la necesidad imperiosa de concienciar a todo el sector privado hacia una política de mayor sentido social, donde impere el bienestar colectivo y no la plusvalía capitalista. Suena muy utópico, la naturaleza lobuna del humano es más fuerte que el odio, sin embargo, apelando a los valores profesados por Cristo liberador, desde el enfoque social de la doctrina cristiana, el amaos los unos a los otros debe ser el imperativo, aunque hoy por hoy, gracias a esta ola de escasez y crisis financiera mundial, la consigna se convierte en “armaos los unos a los otros” (P. Esclarín, 2006).

La sociedad de la información debe responder a los intereses del pueblo y no a los intereses capitalistas. Las teorías de disociación psicótica de motivación al consumo, aplicadas por Edward Barneys en la publicidad, de poner los deseos por encima de las necesidades, se transfiguran en los formatos multimedia; la globalización se parece más a la expansión guerrerista del imperio romano (Hoy imperio norteamericano) y los avances tecnológicos van en detrimento de la raza humana; P. Esclarín (2006: 14) es contundente: “El inmenso poderío de la tecnociencia no fue capaz de acabar con los problemas de hambre y la miseria, ni se orientó a construir una auténtica ciudadanía planetaria (…) Se utilizó, más bien,para construir armas cada vez más terribles y sofisticadas, para levantar barreras y muros físicos, psicológicos y legales entre los pueblos, para contaminar y destruir al planeta”.

Finalmente insisto, para que haya una Revolución verdadera debemos ir acabando con las viejas estructuras, y eso comienza desde el lenguaje, por ello, apelo más a los términos sector productivo (que incluye a lo privado) y comunas (incluye a todos los sectores que conforman los colectivos humanos). De allí que la comunidad de la información en Venezuela debe comenzar a desmontar los discursos y estructuras lingüísticas del sistema dominador.

3.- ¿Cuáles deben ser las áreas temáticas centrales de una estrategia nacional para la sociedad de la información en el país, desde el punto de vista de su sector?
Como comunicador social, siento que la guerra de las ideas es un hecho concreto y real, es un auténtico terrorismo mediático que se ha impuesto en nuestras sociedades, disparando imágenes, palabras y significados que son más letales que misilazos, bombazos y cañonazos (Maldonado, 2009).
Sin duda alguna, la cultura, como viva expresión de la calidad de la educación, es un tema neurálgico a abordar dentro del plan nacional de desarrollo de la sociedad de la información. El Gobierno Nacional ha sido garante de este lineamiento a través de las misiones educativas y de la Universidad Bolivariana; no obstante, las piedras de tranca que impone la visión aburguesada de una parte de población (en especial la clase Media, esa que se plasma en el poema de Benedetti), ha hecho que estos programas decaigan y pierdan calidad, asimismo, en honor a la verdad, la aplicación apresurada y poco planificada ha hecho que las mismas pierdan fuerza.

Sin embargo, la toma de conciencia por parte de todos los sectores, sean oficialistas u opositores, ha cambiado la dinámica en la arena política y ha permitido a la gente, sin importar su credo o condición, tomar la Constitución y pelear por sus derechos. De igual modo, la población ha asumido un papel más crítico ante los medios de comunicación social privados, no es la misma que se comía las mentiras de Napoleón Bravo o Martha Colomina.

Ahora bien, un tema que ha estado al tapete en estas últimas semanas ha sido el de regular o no la internet. Este es un tema muy polémico, complejo y diverso. En este sentido, comunicadores alternativos, vecinos, vecinas, estudiantes, debemos ocupar estos espacios, llenarlos con eventos, logros, autocríticas; los grupos sociales progresistas debemos apropiarnos de estos espacios, pues más  que regularlos hay que ocuparlos, esta debería también ser una línea estratégica para contrarrestar el flujo de información tendenciosa y construir un nuevo imaginario  en esa comunidad o sociedad de la información.

4.- ¿Cuáles pueden ser los mecanismos de financiamiento y los conceptos de sostenibilidad para la instalación y uso de las TIC en las diferentes áreas de la sociedad, como la transformación del sector público (gobierno electrónico) y de los procesos productivos, la inclusión social de toda la sociedad y la capacitación de recursos humanos?

Es un tema bastante enrevesado. Sobre todo cuando a recursos se refiere. El financiar implica un proceso de impulso a la productividad, pero es importante determinar cuán sostenible es un proyecto, puesto que es más importante saber la factibilidad a través del tiempo que el solventar la situación en un contexto dado. El concepto de sostenibilidad va asociado con el hombre y la mujer, a su actividad productiva para el desarrollo. Se habla del desarrollo aproximándose al hombre como centro del proceso del desarrollo, como parte de las causas internas, para hacerlo sostenible (Aguilar y Vivas, 2006).

De allí que se hace acuciante el componente ético en el manejo y distribución de los recursos para la consecución exitosa de los proyectos, por otro lado, hay que impulsar el sentido de pertenencia y arraigo, que implica, por supuesto, sentido de identidad, porque tristemente las TIC han impulsado desmesuradamente valores exógenos (entiéndase por este como la globalización); por ello, es esencial  que se den procesos de identidad local, regional y local como muestra de soberanía, lo que teóricamente haría los procesos de sostenibilidad posibles para la promoción de valores endógenos.

Con respecto al sector público, he visto esfuerzos mancomunados por digitalizar procesos, tal es el caso del Servicio administrativo de identificación, migración y extranjería (Saime, antigua Onidex), donde algunos procesos se llevan en línea, inclusive se tiene un proyecto de cédula inteligente, entro otros. Asimismo el Ministerio del Poder Popular para la Educación ha realizado un esfuerzo por incorporar computadoras en la primera etapa de educación básica (Las Canaimitas). En fin, el proceso ha sido paulatino, pero no valdrá la pena si todos estos elementos tecnológicos se cosifican, es decir, se desvinculan del hecho humano.

Aguilar y Vivas (2006) plantean dos estratos: la infoestructura y  la infocultura, y son categóricos al afirmar que es fundamental fortalecer la infocultura “para propiciar espacios de desarrollo endógeno en los cuales se usen las TICs como palanca de desarrollo”. Efectivamente, antes de promover cualquier iniciativa de gobierno electrónico es esencial fomentar y construir un proceso de infocultura, enmarcado, claro está, en el proyecto país, que no es otra cosa, que la construcción del socialismo.

5.- ¿Cuáles deben ser las prioridades de un programa de gobierno electrónico y modernización de la administración pública a través de las TICs?  
Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción, lo decía Bolívar, inspirado, por supuesto, en su mentor Rodríguez, quien osadamente afirmaba que “La libertad se conquista con el conocimiento”. Parto de estos planteamientos, para justificar que en Venezuela campea una ola de analfabetismo tecnológico, quizá factores culturales, de costumbre, de desinformación.

Hace tiempo hubo una campaña de alfabetización tecnológica que buscó dar herramientas a la población para el manejo básico de las tecnologías; igualmente, la Compañía anónima nacional  teléfonos de Venezuela (Cantv)  ha realizado una labor importante de financiar equipos y poder democratizar el acceso a las tecnologías, pero estas iniciativas no surtirán efecto alguno, mientras que gran parte de la población no maneje con propiedad las TICs.

Otro factor importantísimo va asociado con la toma de conciencia, mientras la gente no manipule concienzudamente las nuevas tecnologías, estas serán meras sustancias psicotrópicas del entretenimiento y el ocio, en vez de ser verdaderas herramientas para el desarrollo sustentable y sostenible. Si en realidad el factor conocimiento y conciencia se vinculan, articulan, masifican y socializan podríamos entonces a hablar de la utópica infocultura.

6.- ¿Cuáles deben ser las prioridades para mejorar la formación, capacitación y creación de ambientes favorables para promover el aprovechamiento de la sociedad de la información y el conocimiento?

En primer lugar, invertir más recursos en la creación de espacios y condiciones propicias para el uso de las TICs en las escuelas, universidades y consejos comunales, suena muy utópico, hasta romántico, pero el dotar, darle los instrumentos a la población es prioritario para alcanzar el dominio tecnológico.

La dotación debe ir acompañada, por supuesto, de producción, de apropiación de tecnologías endógenas, esto se expresa en la creación de Venezolana de Industria Tecnológica (VIT), sin embargo, este hecho significativo pasa por debajo de la mesa y recibe poca cobertura informativa; la fabricación, ensamblaje, diseño, producción y distribución de tecnologías debe masificarse, socializarse. Así como crean centros robinsonianos de educación agropecuaria, deberían crearse Escuelas robinsonianas en tecnologías que trabajen articuladamente con estas empresas socialistas.  Por otra parte,   la creación de núcleos de desarrollo tecnológicos es acuciante, cada comunidad debería contar con uno.

Todos y cada uno de estos elementos deberían aprovecharse para ir construyendo una sociedad de la información y conocimiento, inspirada en los valores socialistas.

7.- ¿Cómo mejorar la normativa existente para incrementar el acceso y servicio universal de toda la población a las TICs, considerando los requerimientos del nuevo entorno de mercado, desarrollo tecnológico de la diversidad cultural?

Pienso que no es cuestión de leyes, este tema lo relaciono más a la toma de decisiones y aplicación factible de las políticas públicas. La Ley orgánica de ciencia y tecnología es un instrumento legal que le da dimensiones  considerables a la puesta en marcha de planes y proyectos en materia tecnológica, sin embargo, el desconocimiento de este instrumento legal por parte de la población hace que los procesos en materia tecnológica se tornen más lentos.

Por otra parte, las autoridades y miembros del Ministerio de Ciencia y Tecnología deben vincularse más con las comunidades, grupos de base, pues si estamos hablando de servicio universal a toda la población, toda la información debe ir directo al seno de nuestra población, pero lamentablemente no hay instituciones ni organismos de enlace que permitan el acceso a este tipo de información.

La tarea es ardua, un principio esencial para afianzar la Revolución es el Socialismo Científico, en diversas ocasiones, el máximo vocero, Hugo Chávez, ha insistido en este aspecto. Amanecerá y veremos, mientras este proceso de aletargamiento tecnológico y desinformación sigan imperando costará alcanzar los principios de soberanía planteados en la constitución. Los esfuerzos en materia tecnológica hechos en el país son plausibles, arquetípicos en América Latina, sin embargo, el pueblo debe apoderarse de estos espacios para fomentar un desarrollo real.
FUENTES
Calimán González, Alexis (1990): “A 200 años de la revolución francesa: ¿cuál libertad? ¿cuál  igualdad? ¿cuál fraternidad?”  Editorial de la Universidad del Zulia, Ediluz. Maracaibo- Venezuela.
Flamarión, Ciro (1976): “El concepto de las clases sociales”. Editorial Ayuso. Madrid, España.
Maldonado, Alberto (2009): “La guerra mediática no conoce límites, ¿qué hacer?” Imprenta Nacional. Caracas-Venezuela.
Ochoa, Alejandro (2006): “Aprendiendo en torno al desarrollo endógeno”. Universidad de Los Andes. Mérida- Venezuela.
Pérez Esclarín, Antonio (2006): “Jesús: Maestro y Pedagogo”. Editorial San Pablo. Caracas, Venezuela.
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