sábado, 31 de enero de 2009

Las Confesiones de un hombre virgen

Esta es mi primera novela, que comencé a escribir en 2002 y terminé en 2006. Es una parte. Próximamente el Ministerio del Poder Popular para la Cultura la publicará en físico. Si desean descargarla completa ingresen en www.yoescribo.com en la sección de novela humorística. Abrazos.

Los tras cámaras

(O sea jelou: The making)

Yo siempre quise tener un carrito rojo, que corriera por fuera de la carretera a mil, a cien mil por hora; pero jamás pude. También quise tener un perro marrón, con garrapatas y ojos negros, que encendiera por la casa el silencio con ladridos, pero no me dio la gana, claro, desde que vi a esos dos perros machos montados uno sobre el otro, díjeme adiós al sueño con los mejores amigos del hombre; entendí así que en la vida no hay amigos ni perros, tan sólo sueños, sueños que fueron, serán o son.

Empecé así nuevamente una carrera de perro, con los rojos y amarillos, los azules al final; alguien me dijo carreras de perro, sin embargo yo pensé que el orden no altera el producto, pero en esta combinación endiablada de signos, era evidente que al escribir carrera de perro, sonaba como a escritor burdo, barato y desnalgado. Perros, autos, amigos, todo daba lo mismo, andamos todos por los mismos caminos, cada quien contaminado a su gusto y disgusto.

Dime yo cuenta, que ser malandro, puto, follón, era menos nocivo que el título de poeta, escritor, actor, dramaturgo, aunque fuese güero. El poeta, el escritor, encuentra en la palabra el arma, a plomo limpio destapa heridas, hierve en verbos, para morir soñando en el nefasto mundo del olvido, después de muerto: “Tan bueno que era, el muchacho escribía”, perogrulladas al fin.

No es casualidad que sueño y dueño para la fonética sean objeto de estudio, así como sociedad y suciedad, bello y vello, homófonos, parónimos… Amor y Roma palíndromos también, y en las líneas subsiguientes encontrarán mil formas que por más

Sonidos, imágenes, sabores, olores, extravagancias, jugosas cifras, melodías, piedras,

Ungüentos, marañas, conspiraciones, allanamientos, exilios, purificaciones, señas,

Columnas, pistas, rastros, arbustos, pisadas, huellas, datos, auditorías, fisgones,

Indicadores, redadas, bombardeos, invasiones, fraudes, encarcelamientos, dudas,

Enjuiciamientos, dineros, pestes, plagas, ratas, ladrones, honestos, coerciones, favores,

Dádivas, empréstitos, impuestos, conjuros, sortilegios, embarazos, dictaduras, frases,

Análisis, totalizaciones, represiones, codicias, democracias, mentirosos, fuerza,

Dictámenes, etcéteras, amén, forman el acróstico más sucio de la sociedad y lo que, vuelvo,

repito y grito, lleva consigo por dentro.

El dolor llega a mis dedos x poko boy perdiendo el juicio, me dezquizio y yoro, boy en bomito, “muchacho en vómito”… Zuena la benganza, ce olle el peligro de mi lengua y me advierten que use bien la lengua, pero quien la USA, si ya ni me veo quien soy, un cool, ok, please, hello, good, se me escapan de la vaca y la boca, I me siento jappy, o mejor, ahí me sentó papi, porque me acostumbré a que todo me lo impusieran y quién me impusió eso a mí. Psa x ksa plis, vn x aki, c vnd st krro… De veras me desmayo, ya Bello y Cervantes lo saben, me estoy volviendo loco, orate, mucha tecnología, mucho reggaeton fundió mi cerebro…

Escupe….

Escupe…

ESCUPE…

Un diccionario, que no esté en ITAP, lo prefiero en alfa, es que este celular del diablo no sirve, que vainas, les trato de enviar por texto una novela y me es casi imposible, todo un reto a la inteligencia humana, cómo me hubiese gustado ver a un Quevedo con Kyocera, Nokia, Tango 300 siquiera. Esto de la literatura me volvió más extraterrestre, lo de la lectura violó mi ignorancia y la preñó con ideas extrañas y tontas, por que no sueño con el carro y me hago dueño del mismo, por que no tuve al perro y se me pegó una garrapata en el testículo derecho, por que no fui al cine, a la disco, bailé como los demás, por que no tuve novia, por que no me mamé a una chica de mi clase, por que no me aprendí canciones extranjeras, por que no salí nunca de casa de mi madre… Algo me faltó, me faltó como el agua a la planta o como los acentos enfáticos a este párrafo.

Perdí la sensibilidad de la suciedad, perdí la normalidad y si no escribo es como no masturbarme, como si un seno materno no tuviera leche, o como sin cojón un pene; ya ven que hasta el glamour lo perdí, pido perdón, por los sonidos que golpean, las palabras que duelen, palabras éstas que huelen mal, chillan, corrompen. Una vez, mi tía, la madre de mi prima estríper, me lo decía mucho: “Eres una conformista, mija”. Yo le dije a ella proyanqui. De verás me dolió por ella. Aunque lo de conformista, fue una confusión con otro primo, que en realidad era transformista. Al final ella y yo terminamos en una discusión político-económica que lapidaba por completo al sistema capitalista, terminé esa perorata con la firme intención de hacerme terrorista; más tarde medité, y dije: “Total, me volví poeta, la diferencia no es mucha, quizá, la deferencia es la que marca distinción entre quien ejerce la poesía y el terrorismo, sino pregúntale a Martí, Bolívar, Neruda a ver qué te responden”.

Barbudo al fin y con el diccionario en la mano, llegué con adarma y espada para liberar al mundo del pecado, soy convicto de un crimen sin hacer, un escritor de una novela sin escribir, un promiscuo sin haber tocado mujer… Lo soy, yo soy, tú eres, él es, nosotros somos; viva la pepa de mango a quien rindo apología, no me pidan estilo, ni mesura, pídanme otra cosa, yo les podría hablar bichando, les podría contar en malandro, usando mal el gerundio o hablarles como un Cortázar que si las fílulas de cariaconcia, evohé, evohé, y esas pistoladas más. Total, en la radio y en la TV escuchamos frases peores, las bailamos incluso, bastan tan sólo dos, tres o cuatro tragos.

A ustedes les asusta la responsabilidad, a mí me persigue y me hace el amor; ustedes hacen el amor irresponsablemente, yo trabajo y lucho por hacer el verdadero amor, busquen en Corintio 1, busquen en la mitología griega, conozcan la historia de Isis, yo no sé, sólo sé que no sé nada… A mí me encanta plagiar, ojalá me den cicuta pa´ver lo bueno. Yo sé que moriré en el intento y este nudo que llevo en la garganta por esta judeputa corbata no me deja respirar, me la aflojo y me digo: “Basta”.

“Basta” “Basta” “Basta” “Basta” “Basta” “Basta” “Basta”

Eran las seis y treinta, una hora después de las tardes quietas, me quedé pensando en el baño y las cosas de la tarde aquella de la cual no me acuerdo, (todo tarde). Vi al techo, me puse las manos en la cabeza y comencé una nueva realidad que me dolía hasta en el pelo. En la lengua, me jugaban y resbalaban groserías, el sueño de la venganza y el arrepentimiento se juntaron para hacerme sentir mal, muy mal… Me fue mal después de largos cuatro años o más, yo me olvidé del limbo y sus partes. Volví en mí, el hombre boca de tortuga, la bruja, los condones, todo desapareció de la nada.

Era aún virgen, no sé si de cuerpo, pero de alma seguía; mis intentos frustrados de ser igual al mundo me llevaron a las más grandes empresas que cualquier joven haya tenido en su vida.

- Escribiré una carta…

Se hizo corta y terminé con una novela no sé de cuantas partes ni cuántos fines, porque el asunto de la virginidad se hacía más abstruso, insondable, muy difícil. Pensé hacer la tal novela vía mensaje de texto. Por ello, compré un teléfono móvil y me dediqué día y noche a recargar mi saldo para escribir la novelilla, esta consistiría en mis amoríos pícaros, mis andanzas por el mundo y mis conflictos filosóficos con la tecnología. Generaciones me aclamarían por la misma, aunque seguramente después de muerto como siempre pasa.

Me ingenié solazados discursos, seleccioné frases aforísticas, veía a los españoles y españolas diciendo: “Joder, este chico escribe maravillas, qué Cervantes, Lope de Vega, hurra por Medina, el comedor de gallinas”. Y yo en respuestas a tales melindres y piropos correspondía: “Como decía Wikispedia, ni que lo fajen chiquito,nunca sus ramas endereza, de ahí que el conflicto Líbano- israelí depende de una sola persona: el burro”.

Aunque a decir verdad, el burro para mí siempre fue un animal simbólico, él es símbolo del trabajo, de la virilidad, en burro entró Jesús a Belén, ni que decir de Platero, o de las andanzas de Sancho, que hasta se lo robaron. Por ello, lo primero que haré en el primer discurso que haga en mi vida, será rendir honores al burro.

Tomé a eso de las siete y pico para ser exacto un bolígrafo y servilleta, para luego transferirlo al celular y del celular a la hoja, decía yo que las ondas del teléfono llenarían de energía el mensaje. Qué ingenuo verdad, qué inocencia la mía. Puse como protagonistas a Romeo y Julieta, mientras de fondo musical, por culpa de los vecinos de enfrente, escuchaba las barbaridades de los cantantes boricuas.

“La tard pacía Kieta,

aunq en vrdd,

no c si x la frgncia

de mi prfum o

x el klor de mis zpatos…”

ENVIAR

MENSAJE ENVIADO

Así pasé más de dos años de mi vida en la forzosa tarea de traer al mundo una obra alumna, que nunca aspiraría a ser maestra, más bien médica, psicóloga o enfermera. El procedimiento más interesante era transformar aquella pila de vocablos sin ortografía en textos con coherencia, al mejor estilo de Brown, Balza*, de manera que la Academia no me sacara a patadas de su sede por escritor maldito… Bueno a Baudelaire le sirvió. No intenté escribir groserías ni vulgaridades, pues los preceptos literarios las prohíben, había que evitar rayar en lo chabacano, quizá nunca vieron las películas de Hollywood quienes escribieron tales preceptos.

Me decidí por agregar personajes y mentiras más, yo quería hacer vibrar a mis lectores de la risa, me imagino que ustedes pensaron que con vibradores. Así pues que el primer capítulo, como cliché infaltable, le agregué lo del sueño. Los sueños para mí son símbolo de presagio y sortilegio, ronco en los mismos y siento que vuelo. Una novela sin sueños era casi imposible, perdería la esencia de piedra, no cabría duda de que sería un libro vendido. No hallaba cómo encajar los personajes y mucho menos el nombre, esa tontería de la preceptiva literaria colmaba mi paciencia. Hice varias oraciones por el descanso eterno y salvación del alma del Marqués de Sade a ver si con eso me inspiraba. Nada, de nada.

Tomé un portaminas lo puse boca abajo por cuatro días, le puse unos dientes de ajo y una foto de Madonna a ver si se me levantaba la inspiración. Nada, de nada.

* Fortunato Brown, Tito Balza Santaella, ambos son lingüistas.

Me leí una revista pornográfica para nutrirme de imágenes, leí a fondo el Cantar de los Cantares y examiné unos poemas de Becker, el resultado al principio funcionó, es así como nace mi prima, la estríper.

Miles de formas y nada, busqué calculadoras para contar, pero me di cuenta de que esa no era la mejor manera, entonces tuve un diálogo introspectivo con el escritor de esta obra, es decir de él a mí y de yo a él:

ALBERTO: ¿Y quién sois?

AUTOR: El gato.

ALBERTO: ¿A quién buscáis?

AUTOR: Al ratón.

ALBERTO: Se está bañando.

AUTOR: ¿A qué hora puedo venir?

ALBERTO: A las 5.30.

Mi reloj caminaba azuzado por la desesperación que me embargaba a eso de las cinco y media, pero el gato nunca llegó, de ahí en adelante, no pasó nada

NADA, DE NADA

En un mar de dudas quise entablar el principio: carritos de Barbie, patacones, hojas de mango, teteros de sopa, lápices rotos y montón de estupideces más, las cuales irían estampadas en pantaletas de cuero impermeables. Mi emoción era infinita, gravitaba y se llenaba de melodías inefables. Me ponía desnudo frente al espejo, practicaba debajo de la mesa y miraba de reojo la prensa amarillista para llenar de vacíos mi mente llena de confusiones.

Pase horas, segundos, planeando, buscando mil maneras de narrar capítulo a capítulo, el libraco flaco que resultó ser gordo en incoherencias. La virginidad en sí era una polémica, que sin duda haría de mí un hombre famoso y codiciado. Noches de nalga desgastada, mano caída y párpados pesados tejerían pensamientos indecentes para escribirlos en tinta china sobre papel crepé.

Monté una cartelera al frente de mi casa. Allí dispuse de trípticos y un vídeo beam. Pagué para que la gente me leyera y nadie me entendió. No me entendieron porque jamás describí ambientes ni personajes, ellos sentían que les sacaba la muela sin anestesia. Unas vulgaridades de un tipo medio extraño a quién le iban a interesar.

- Sabes, te has leído esa del queso.

- ¿Queso?

- Sí, la que se roban, se llevan el queso.

- No.

- La del kir y kur.

- ¿Qué?

Ni una palabra entendí, me imaginé que éste que me hablaba era el gato que se disfrazó de ratón para hallar al auténtico ratón. Maquinaba planes diabólicos el muy bellaco para hacerme desistir de mi idea de la novela vía mensajes de textos.

Me vestí. Todo el tiempo estuve desnudo y no me había dado cuenta, qué descuido el mío, pequeño detalle; aunque pienso que desnudarse ante otros y otras no está mal, yo sin querer lo hice, no me hicieron daño, gracias a Dios. Yo en defensa propia, aduje que no tengo dinero para comprar ropa de marca, pues mientras no tenga unos Armani, Koquito, Fogogitzu o algo que suene sólo para cuerpos perfectos, permaneceré desnudo.

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