“Ya maté a tus hijos; ven a buscarlos ya”: drama en Machiques
Texto: L. Argüelles/ E. Riera
Fuente: Diario Panorama, 10/11/2009
“Te dije que si no volvías los iba a asesinar a los dos. Ya maté a tus hijos, ven a buscarlos ya”, le escribió en un mensaje de texto Edward Miguel Bertel a su esposa María Filiberta Vílchez, minutos después de dispararles con una escopeta a sus hijos Jesús Miguel y a Silvia Bertel Vílchez, de ocho y cuatro años.
El pasado domingo, en la cooperativa La Virtud, en la avenida principal de San José de Perijá, Edward asesinó a sus dos hijos, le prendió fuego al local y se suicidó.
Cuando comenzó a recibir los mensajes, cerca de la 10:45 am del pasado domingo, María Filiberta regresaba del Centro de Diagnóstico Integral (CDI) de Las Piedras, donde estaba recluida desde el sábado, tras intentar suicidarse consumiendo varias pastillas antidepresivas.
La mujer junto con sus hermanos corrió hasta la cooperativa y encontró la pieza en llamas. Entre todos rompieron la puerta y al ingresar hallaron los 3 cadáveres, tiroteados y carbonizados.
La policía científica de Machiques reveló que el hombre asesinó a sus hijos por celos con su esposa. Los golpeó. Tomó la escopeta y le disparó a su hijo Jesús en la nuca y cuando Silvia trató de correr le propinó un tiro en la espalda.
Un menor que habita a pocos metros de la cooperativa presenció, desde una ventana, parte de lo ocurrido: “Él (Edward) los mató, los cargó y los acostó en la cama. Buscó una pimpina y les prendió fuego, se sentó un lado y se disparó”.
Familiares de la pareja presumen que el hombre tenía planeado matarlos a todos y hasta había amenazado a su esposa. “Edward llamó a su hermano Ángel la noche del sábado, le dijo que fuera a buscar a ‘Fili’ (María Filiberta) y que se la llevara a la casa, que faltaba ella para que de nuevo estuvieran completos”, declaró Carmen Bertel, una de los cuatro hermanos de Edward.
La hermana del homicida suicida indicó que Filiberto y Edward parecían una pareja muy unida. “Siempre andaban juntos. Pensamos que era una relación ejemplar. Hace unas semanas escuché comentarios de los vecinos. Ellos decían que él la maltrataba”, comentó.
“Me acerqué a la casa de la familia de mi cuñada y le pregunté que si era verdad que mi hermano la maltrataba y ella siempre lo negó, decía que todo estaba bien. Que él había cambiado mucho desde que asistía a una iglesia evangélica”, relató Carmen.
“Edward hasta me escribía mensajes del Evangelio y me recalcaba que le daba gracias a Dios por tener a su familia. Nunca nos imaginamos está pesadilla ni que mi hermano fuera capaz de quitarle la vida a mis sobrinitos. Siento un gran dolor y vergüenza por lo que hizo Edward”.
María Filiberta estaba sedada y sentada a un lado de las urnas blancas de sus niños. Ayer, mientras eran enterrados, comenzó a llover en Machiques. La gente aseguraba: “El cielo está llorando por la muerte de estos dos angelitos”.
Dos inocentes
El diablo se soltó
Otello poseído
A dos niños se llevó.
Las caritas de espanto
Ante las bocas de fuego
Rogaron, rogaron
Rogaron a Dios.
Ay bendición sagrada
Tragedia de celos hambrientos
Arrancaron de cuajo la vida
Un padre loco,
Loco de ira
A sus dos hijos tomó de la mano
(La gasolina y los fósforos
Amantes hasta morir
Testigos fueron)
Un viento frío
Roncó en sus caras angélicas
Desde su soledad la madre agoniza
La desgracia viene fina
Se destila, se destila
Poco a poco
La mano oscura, ventruda, chispeante
Acaricia
Las almas son mías
-se dice-
Mientras seduce maníaca mente.
Al hombre le suda la frente
- Dios te bendiga, hija.
En el cuellito la garra desnuda fue a parar
El otro corrió.
- Papito, papito… Le destrozó el corazón.
El hombre lloraba:
La familia en el cielo se reunía
La madre que presentía
El pecho se le ahogaba
Lágrimas rompieron el polvo
Un trueno seco, muy hondo
Era el grito de la bestia asustada.
Todo negro, muy negro,
La conciencia también
Se marchaba en un tren que va
Al final del infierno
“Ya maté a tus hijos;
ven a buscarlos ya”.
Oh mi Señor
Rara criatura
Es el hombre
Peleando contra natura
Sus dientes explotaron
Mordieron tus almas puras;
Entonces apretó el gatillo
Al tiempo
Que cantaban los grillos
Las serpientes morían
Se asustaba la arpía
- Adiós hijitos míos…
Asidos los cuerpos yacían
Asados los rincones de todo el lugar
Sus almas volaban
Los niños sonreían
Los ángeles sollozaban
Seguro, así de oscura era la nada
Antes de hacer explosión.
Los vidrios en el suelo
Imposible recoger
No hay algún consuelo
Para aquella moribunda mujer
Que en el alma aullaba
Sin dolor siquiera.
Le arrancaron los ojos
Le trituraron el alma,
El hombre que amó
O que aún ama
La mató,
En vida muerta está.
- Sólo quiero estar con ellos…
- Ven amor aquí te esperamos…
Entonces se alzó el fuego
(El fósforo y la gasolina copularon
Tanto odio y dolor detonaron)
Un padre mató a sus dos pequeños hijos
Vah, una noticia más
Pudiera ser un poema
o
Un mal sueño
¡Ojalá!
No hay comentarios:
Publicar un comentario