Por Fernando Araujo, tutor Misión Cultura Zulia.
El día se hizo un latex amargo
se estiró en la cola del banco
laaarga... como los rostros enmascarados
que habían perdido la línea
inexpresivos, silentes, escuálidos
añorando el celular prohibido
para esconderse en él.
Una cajera se asoma con cara de luna
trasnochada, pero bella
para que nadie reclame.
Más yo de sabanetero me atreví
¿Señorita si ya llegó la línea,
porque hay sólo un cajero?
Todas las momias en cola
voltearon hacia mí
sus miradas acusadoras
un rubor mojaba mi rostro
cuando allá al final
una voz aprobó... mi moción
un buhonero y su bolsita de papel sudada
y de nuevo nos hicimos invisibles
todos dejaron de ver
volvieron a mirar el techo
o un punto lejano en la nada
dispuestos a esperar mil años más.
La chica dijo sibilosa:
¡Eso no es mi culpa!
Mientras mandaba pasar los enfluxados
¡Ni mía tampoco! -repliqué-
confiado en mi nuevo aliado
pero la voz permaneció en silencio
mientras la tele decía:
¡Nuestros clientes no tienen ni un pelo de tontos!
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