Ángel Alberto Morillo
Estamos a las puertas del abismo, la eclosión de una
crisis ambiental sin precedentes está a la vuelta de la esquina. Es un
imperativo buscar alternativas para hacer frente a este problema, donde la
existencia de la especie humana está en riesgo. Ya lo decía Chomsky (2003) en
menos de 200 años, el hombre es la única especie que ha fraguado su propia
aniquilación, es el famoso dilema entre la hegemonía o supervivencia a causa de
un modelo capitalista que ya no es capaz de dar respuesta, además de ser una
maquinaria de desigualdades, su modelo de producción está acabando con la vida
misma.
Esto no es excepción en ninguna parte del mundo,
mucho menos en Venezuela, donde oficialmente se lucha contra el sistema
capitalista, pero las prácticas gubernamentales en materia ambiental quedan
solo en los estamentos, en alguna que otra iniciativa sin alcance sustancioso;
sus ciudadanos tampoco asumen su rol protagónico de usar racionalmente los
recursos naturales; ¿pero es posible sustituir un modelo rentista petrolero encallado
en la idiosincrasia del venezolano? Todo apunta a lo contrario, y no es una
realidad producto del mal manejo de los recursos petroleros en hogaño y antaño,
sino a una mala praxis política y ciudadana heredada por décadas, dónde la
explotación de energías fósiles, en especial, el petróleo, se convirtió en el
centro de la economía.
Históricamente Maracaibo, bastión petrolero, es hija
de la indiferencia de los gobiernos de turno y de su gente. De tener el
estuario más grande de Latinoamérica, hoy por hoy, gracias a la explotación
indiscriminada del petróleo, tiene un estuario hipercontaminado, perdiendo con
ello el potencial de aguas dulces, espacios para el turismo y la diversidad
ecológica, sencillamente, en este caso, imperó la razón instrumental del
progreso, la sed incasable de generar riquezas para unos pocos a costa de la
naturaleza.
No conforme con esto, los efectos de la sequía con
data desde 2010, han generado fallas en el sistema eléctrico en todo el país;
por tanto, el consumo de energía eléctrica en esta ciudad es ingente, de allí
que las autoridades regionales y nacionales necesiten buscar formas de generar
energía.
Es en este punto, donde quiero hacer énfasis. Desde
el segundo periodo de Chávez, el proyecto de explotación carbonífera ha sido
una opción rentable para pequeños grupos económicos con la excusa de buscar
fuentes de energía alterna. Sin embargo, en su momento, grupos ecologistas hicieron
frente a estas pretensiones haciendo abdicar al mismo Chávez de la explotación
del carbón.
Los grupos ecologistas denuncian que con la
explotación del carbón, principalmente en los ríos Socuy y Guasare, dejarían
sin agua a importantes municipios del estado Zulia, entre ellos Maracaibo. Al
respecto, Lusbi Portillo, profesor de la Universidad del Zulia y activista
ecológico, presidente de la asociación Homo et natura, agrega el impacto en los
suelos, basado en un informe del Ministerio de Ambiente: “Para extraer una
tonelada de carbón se requiere sacar 5 toneladas de suelo, para extraer 36
millones de toneladas de carbón cuantos cientos de millones toneladas de suelo
se destruirán, siendo la desertificación de los suelos y la contaminación de
las aguas uno de los problemas mayores que hoy tiene la humanidad”.
A pesar de todas estas advertencias, el presidente Nicolás
Maduro, publicó en Gaceta Oficial
40.599, con fecha del 10 de abril de 2015, el Decreto 1.606 que permite
explotar 5 lotes de carbón que van desde Monte de Oca, Sierra de la Majayura al
Norte lindero natural con Colombia, hasta la margen norte del río Socuy. Esto
atenta sin duda contra el equilibrio ecológico, contra las poblaciones
indígenas y, por supuesto, acabar con el agua dulce que surte a Maracaibo.
Más allá de la denuncia, surgen muchas
interrogantes: ¿Por qué no aprovechar la energía solar o la eólica muy rica en
esta zona para buscar alternativas de energía limpia? ¿Qué pasó con el parque eólico de la Guajira
venezolana?¿Qué pasa con los ciudadanos por qué todo lo dejan en manos del
Gobierno? Para hallar respuestas, sencillamente debemos circunscribirnos a la
construcción de una verdadera revolución de conciencia como invitaba el
expresidente francés J. Chirac ante el informe del Comité Intergubernamental
sobre el Cambio Climático.
Otro aspecto a resaltar es la falta de voluntad
política de emprender un modelo de verdadero de desarrollo sostenible, si bien
en la constitución de 1999, se tiene como ideal, no ha habido una verdadera
asimilación de este concepto, seguimos como nunca dependiendo de fuentes de
energía sucia, seguimos dependiendo de las importaciones, del rentismo parasitario,
de la especulación, del petróleo.
La conciencia ecológica tan solo es un bonito
designio, la línea de pensamiento ecocéntrica es mera entelequia, incluso,
desconocida en el país; desgraciadamente seguimos sumidos en el pensamiento
egocéntrico, la razón moderna instrumental, el mito civilizatorio es una
constante en nosotros, de allí que Estigarribia (2011) muy bien apunta que el
ecoterrorismo practicado por los modelos económicos globalizados consumistas de
la modernidad, sobre-explotando los recursos naturales del Mundo infrahumano en
nombre del “progreso”, está llevando a la Humanidad a una suerte de suicidio
colectivo de nuestra especie.
La realidad se evidencia en las calles, el simple
hecho de lanzar desmesuradamente basura a la calle, el lavar los pisos del
garaje con agua en vez de barrerlos, el derroche, el consumo desenfrenado, de
una sociedad como la venezolana, en especial, la de Maracaibo, hace que se
vuelva indiferente ante un problema como la explotación del carbón, con su
consecuencias como la falta de agua. Esto me trae a colación un pasaje que hace
tiempo escribí con toda la ironía del caso: ¿Dónde están los gobiernos, dónde
están sus ciudadanos? Dejémonos de inventos y metámonos a ecologistas, es una locura a todo dar,
andaremos con las ollas boca abajo y los bolsillos vacíos, pero ¿acaso no
pasará lo mismo si acabamos con el planeta? (Morillo, 2012:48).
Finalmente este no es un problema exclusivo del
gobierno y grupos ecologistas, es un problema de todos, es una responsabilidad
compartida, no se trata solo de denunciar, hay que también anunciar y actuar a
través de una educación ecocéntrica verdadera, más allá de las muecas de
reducir- reutilizar- reciclar, necesario es asumir una actitud protagónica,
participativa, de esperanza y constancia. Está en juego la vida, sin vida no
hay nada, por lo menos mientras haya vida hay esperanza y esa es la única que
nos queda.
Consultas
bibliográficas
Documento Celadic (2012): LA DIMENSIÓN
MEDIOAMBIENTAL DEL DESARROLLO. Capítulo 9.
Chomsky, Noam (2003): HEGEMONÍA O SUPERVIVENCIA.
Meropolitan Books. Estados Unidos.
Morillo, Ángel (2012). CONFESIONES DE UN HOMBRE
VIRGEN. Editorial El perro y la rana. Venezuela.
Portillo, Lusbi (2014). SI SE ABREN MÁS MINAS DE
CARBÓN, MARACAIBO Y OTRAS CIUDADES DEL ZULIA QUEDARÁN SIN AGUA. Venezuela.
Disponible en: http://www.aporrea.org/actualidad/a180128.html (Consulta: 2015, abril 17)