Más allá de lo
físico propiamente dicho, el campo va más allá; al respecto, Guber (2004)
explica que “el campo no es un espacio geográfico, un recinto que se
autodefine desde sus límites naturales (mar, selva, calles, muros), sino una
decisión del investigador que abarca ámbitos y actores”. En efecto, esta
decisión implica un conjunto de valores y creencias que el investigador lleva
consigo, el simple hecho de introducirse
en un problema en especial es porque su conciencia así lo dictamina y los
elementos del contexto que vive. A este proceso se le denomina reflexibilidad.
De allí, el papel
fundamental del investigador en la construcción de caminos para dar respuesta a
los problemas que aquejan sus entornos, implica a decir de Guber (2004)
integración de “prácticas y nociones, conductas y representaciones. El investigador
accede, pues, a dos dominios diferenciales, aunque indisolublemente unidos: uno
es el de las acciones y las prácticas; otro, el de las nociones y
representaciones”.
“Ahora bien, al
considerar que el mundo social es un mundo preinterpretado por los actores, el
investigador necesita desentrañar los sentidos y relaciones que construyen la objetividad
social. A ello accede en el trabajo de campo. Este acceso no es neutro ni contemplativo”
(Guber, 2004: 48). Sin embargo, a
diferencia de Guber, considero repreguntar: ¿Es posible la objetividad social? Valdría
la pena acotar: ¿Es posible la subjetividad social? Cuando la misma Guber
(2004) afirma: “Sigo creyendo que el trabajo de campo etnográfico es el método
(o mejor dicho, el conjunto de actitudes o disposiciones metodológicas) de las
ciencias sociales que más se parece a la vida.”
El
simbolismo del diálogo:
Intrínsecamente
Guber (2004) se relaciona con Ragin (2007) en el planteamiento metafórico del
diálogo teoría- realidad. Para Guber (2004) “en vez de aplicar
unidireccionalmente los modelos teóricos al referente empírico, el antropólogo intenta abordarlo
mediante un activo diálogo. Hablar
de diálogo significa eliminar, lo más posible, los monólogos tautológicos del
investigador teoricista y la ilusoria réplica empirista de lo real”.
Mientras que para Ragin
(2007) “es importante examinar las diferentes formas de diálogo entre ideas y
pruebas empíricas porque el carácter de las representaciones de la vida social,
que son producto de las diferentes formas de práctica de investigación social,
está muy influenciado por la naturaleza de este diálogo”.
No obstante, para
Ragin el dato es la prueba empírica, mientras que para Guber solo prefiere el
término información, diferenciándola de dato en sí.
Fuentes:
Guber, Rosana
(2004): EL SALVAJE METROPOLITANO. Buenos Aires. Editorial Paidós.
Ragin, Charles
(2007): LA CONSTRUCCIÓN DE LA INVESTIGACIÓN SOCIAL. Bogotá. Siglo del hombre
editores.
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