miércoles, 12 de enero de 2011

Del calambur

Texto: Ángel Alberto Morillo

Saludos a todos y todas. Siempre he dicho que no hay palabra mal dicha, sino mal interpretada. Es el caso del calambur, hace unos cuantos días les pregunté qué era.


En diversas fuentes electrónicas, encontramos que el calambur es una figura retórica que consiste en un juego de palabras que proviene del italiano y su significado es bromear con plumas.


Se los digo en criollo, las sílabas de las palabras las agrupamos de tal manera que se escribe una cosa pero se dice otra. Verbigracia, oro parece, plata no es; Zoila Dulce Piña, Benito Cámelo.


Esto se me vino a la cabeza, por culpa de un reggaetonero cuyo nombre no quiero acordarme. Lo cierto es que escuchando la cancioncita, me dije: "Oh Santo Dios, mi alma, es posible lo que mis oídos escuchan, un reggaetonero usando un calambur".


La letra es algo así: "En mi casa hay una fuga de gas y de agua, y tú quieres ver chicas malas, quieres ver gas o ver gotas"... Y bueno los santos y demonios que de la canción salen. En nuestro país hay una bromilla muy común con el agua, preguntan si le gusta el agua ´e tubo o el agua é vaso.


Finalmente en la biblia, en Lucas 5 en 3-5, encontramos, ojo no en todas las traducciones, un diálogo en el que Jesús le dice a Simón: "Rema mar adentro..." Claro está, sin las implicaciones modernas que hoy en día tiene, ni mucho menos con mala intención, yo llamo este calambur, el calambur inocente.


Esto del calambur no es nuevo, me contaba un alto pana, el connotado escritor Eddy González, una anécdota de calambur con el nada menos capo de la picaresca española, Francisco de Quevedo y Villegas.


La cosa sucedió así: Quevedo hizo una apuesta con sus amigos, para ello, le haría una broma a la Reina. Le entregó a la Reina Mariana de Austria (Quien era coja) dos ramos de flores, uno sujeto en cada mano. A continuación Quevedo recitó a la reina los dos versos que harían que sus amigos le pagasen la cena de la apuesta.


Y dijo así: "Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja." Qué genialidad la de Quevedo, quien según el gran jefe, Tito Balza, para su tiempo manejaba más de un millón quinientos mil términos. Así que pónganse pilas con el calambur y no les metan uno sin darse cuenta.


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