Por Ángel Alberto Morillo
El señor de los helados
Es tan digno como el señor ejecutivo,
Un chichero, un petero, un heladero, un salserín, un buhonero
Son un frente de lucha continuo
Pues hacerle resistencia al Dios Sol no es fácil
Más aún cuando ese Dios
Nació en Maracaibo.
Sin embargo con todo y las diferencias habidas
Entre el paltó y una gorra
Entre la Cuba Gold París y el alcoholado
Entre un Lucky Strike y un tabaco
Entre una Ford explorer y una chirrinchera
No termino de entender la terquedad de Dios
(Si es que existe y no un invento de uno)
Que entre el señor chichero y el señor ejecutivo
-por nombrar un ejemplo-
La diferencia entre sus latidos del corazón,
Su nacimiento y muerte,
El color de su sangre,
Sus miedos y angustias,
Sus alegrías y tristezas,
Sus placeres y disgustos,
Sus esculturas intestinales,
Sus suspiros orgásmicos,
Su suculenta carne
Banquete de gusanos
Esté invisible
Desdibujada
Nos tienta a pensar en su inexistencia
Nos obliga a ser ateos de la igualdad
Aunque a duras penas
Nos obliguemos a creer
Que existe
Pero cuando está
Nos asusta como el coco.
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