Deixis siempre tenía la
manía de utilizar indirectas para referirse a otros. Era tan metafórica la
muchacha, que nunca utilizaba las palabras exactas para nominar alguna
situación según las disposiciones de su carácter, de por sí complicado. Esa
mañana estaba dispuesta a dejarlo todo. Tan segura como un artículo definido, sin
fórmulas de cortesía ni perífrasis de ningún tipo, podría decirse que Deixis
amaneció gramaticalmente excitada, algo en su vida comenzaba a cambiar, una
metamorfosis definitiva la llevaba a tomar decisiones sin necesitar de
diccionario alguno. Deícticamente hablando, en el sentido más literal, la mujer
se adelantaba. Si quieres conocer a una persona, conoce su ortografía. Arrugó
el papel, definitivamente era una ofensa, el papel, también la ortografía. Pero
ensañarse con ella de esa forma no justificaba de por sí al arrugado papel o a
las letras que en él pendían. Por eso aquel día, ella se adelantó.
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