lunes, 12 de julio de 2010

Un hombre de Dios con pasta de maestro... y comunicador (Entrevista a Obed Vizcaíno Nájera)

Texto: Ángel Alberto Morillo 


Obed Vizcaíno sencillamente es un hombre de Dios, humilde, dicharachero, afable, carismático, jovial y ocurrente. Más de la mitad de su vida la ha dedicado a la lucha por los empobrecidos y excluidos a través de su labor como pastor de la iglesia presbiteriana.

De los doce hermanos, es el séptimo, vaya que los números se ponen de su lado con aquello del significado esotérico teológico pues a decir verdad 12 fueron los apóstoles y en siete días Dios hizo al mundo.

Comunicador Social, egresado de la Universidad Católica Cecilio Acosta en el año 2002, donde actualmente es docente adscrito a la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Igualmente es teólogo de la Universidad Bíblica Latinoamericana de Costa Rica (2004). Sin embargo, estas distinciones académicas no le quitan el sueño, su mayor tesoro es su familia compuesta por sus morochos y su esposa.

Desde muy tierna edad la poesía ha sido su pasión, de hecho, en el año 2009 fue merecedor de la mención honorífica del Concurso Mundial de poesía Andrés Bello y del turpial de bronce y Turpial de plata otorgado por la Sociedad Venezolana de Arte.

A través de sus versos nos habla, bailan letras, el silencio se marcha, Obed escribe:

No sé qué responder

En silencio…
El recuerdo prevalece sobre el olvido.
El tiempo que fue testigo
de sueños y deseos,
va borrando todas las estrellas,
que un día fueron guías de nuestros sentimientos.
Luces artificiales fueron acabando una a una,
con las estrellas que llenaban nuestro firmamento.

1. Su lucha por los derechos de los más necesitados, ¿cómo surge?

Surge en el contexto donde estoy ubicado, entre los más necesitados. Viví en un barrio, en un barrio que surge como todo barrio aquí en Maracaibo. Y lo único planificado de esos barrios es la invasión y desde pequeño me crié en ese barrio que surge de la necesidad de las personas de tener un techo propio. Es así como me crío en ese ambiente de lucha por la tierra, de la lucha por los servicios, la lucha por una vida mejor. Dice la palabra que de la tierra venimos, nos formamos de la tierra y ésta juega un papel importante. Es necesario tener un techo para que sea pertinente entonces vivir bien, vivir con tranquilidad, pensar mejor y comprometerse en la lucha.

2. ¿Qué es la teología de la liberación?

Es una expresión del pueblo, algunos lo quieren hacer como una expresión académica, alejada muchas veces de lo que es la realidad. Hoy hasta inclusive algunos que eran de izquierda y que ahora están identificados con la derecha quieren seguir hablando de teología de la liberación. Otros que son de derecha entonces han descubierto la teología de la liberación y lo que antes criticaban como malo ahora lo ven como algo bueno, pertinente para la lucha y hacen alarde de eso. Los que somos o nos sentimos teólogos de la liberación no lo decimos ni lo andamos pregonando ni andamos con un título en el pecho ni nos identificamos como tal, simplemente la teología de la liberación es vivir el Evangelio desde los pobres, que es la génesis de la misión de Jesús, pues él se encarnó en medio de los pobres, fue anunciado a los pobres, María, su madre, era una mujer pobre.

3. Desde diferentes tribunas de corrientes políticas bien sea de izquierda o de derecha en estos últimos años se ha venido izando la bandera de la teología de la liberación como una excusa para sus intereses personales e institucionales, ¿qué opinión tiene al respecto?

La teología de la liberación no es un compromiso como ahora muchos lo pregonan, sino un modo de vida, es decir, quien hace teología desde lo que es, porque hay gente que olvida su origen. La teología de la liberación solamente es encarnarnos y encarnar el mensaje del Evangelio de Dios en medio de los pobres, sintiéndonos pobres, viviendo el compromiso de ser pobre. Mucha gente habla de una opción por los pobres, habla de una teología de los pobres, pero su modo de vida se distancia mucho de ese modo de vida. Las definiciones epistemológicos, cienticifistas, están demás, hay como una competencia de quien da mejor el concepto, es más, en estos últimos 10 años para muchos se ha convertido en una moda, ahora todo el mundo es teólogo de la liberación, inclusive aquellos que adversaron a los genuinos teólogos de la liberación hoy en día, no sé si para alegría o tristeza, se declaran como teólogos de la liberación, pero desde esa perspectiva academicista, clasista, y no, la teología de la liberación está al alcance de todos, pues teólogo es aquel que tiene la capacidad de hablar de Dios, hablar con Dios para las demás personas.


4. Pudiera describir su experiencia como cristiano desde la perspectiva de la teología de la liberación.

Fue una experiencia dura, difícil, porque nosotros hablamos de la teología de la liberación desde la posición protestante, porque para nosotros fue un doble rechazo o, mejor, un triple rechazo, porque nos rechazaba nuestra propia iglesia, nos rechazaban los sectores católicos formales y también el gobierno. Vivir la teología de la liberación desde mi perspectiva fue eso: vivir unas contradicciones, yo venía de sectores protestantes muy conservadores y tuve que aplicar ese principio liberador que es el de desaprender para aprender, de hecho tuve que en muchos momentos aplicar el análisis marxista para darle pertinencia a la lucha que junto a mis hermanos sostenía para darle contenido social, político, ideológico.

5. La opción por los empobrecidos y excluidos ha sido un debate y tema controversial en las distintas doctrinas de la iglesia católica como protestante, ¿bajo qué dimensión y parámetros definiría Ud. Esta opción? ¿Hasta qué punto es válida o no?

Como San Francisco de Asis, de hecho yo soy franciscano de la tercera orden, soy hermano menor de San Francisco de Asis. La teología de la liberación la concibo como la concibió él, no desde una visión preferencial sino como una opción única, radical por los pobres. Esa es mi forma de pensar, si no hay una opción radical por los pobres, no hay teología de la liberación. Y muchos de los grupos de la teología de la liberación fallaron, lo digo a modo personal, por esa misma opción preferencial que los hizo perder la perspectiva y preferir a los sectores académicos, círculos intelectuales y a los sectores de la clase alta con quienes se codean hoy en día. No es solamente tener un discurso por los pobres sino asumir el compromiso por ellos. Así que optamos radicalmente por los pobres o no estamos asumiendo nuestro rol como seguidores de la teología de la liberación. Y es que lo radical tampoco es malo, muchas veces se refieren a lo radical con una carga semántica negativa, al contrario, lo radical se define como ir a la raíz, pertenecer a la raíz del pensamiento. No hay que ver la pobreza tan sólo desde lo material, porque hay pobreza espiritual, hay pobreza intelectual, hay pobreza en la forma de amar, esa es mi concepción.

6. Bien cierto que el ecumenismo ha permitido dirimir diferencias entre distintas corrientes teológicas, ¿en su vida cómo ha practicado ese ecumenismo? ¿Qué les diría a los sectores eclesiales extremistas que se oponen a esta iniciativa?

Alguna gente combate modernamente el pensamiento único con otro pensamiento único. El compromiso ecuménico es un compromiso cristiano, mejor diría jesucristiano. El ecumenismo no es la unidad orgánica, estructural de las iglesias, no por ahora en esta fase. No es solamente la unión entre cristianos, el ecumenismo apunta más allá, es una visión holística. El ecumenismo abarca la unidad con otras formas de pensamiento para que el mundo crea. La gran razón del ecumenismo es construir la sociedad, esa sociedad otra, que no se construye desde el enfrentamiento, desde la duda, desde la desconfianza, desde la intolerancia, no se puede vivir así. ¿Qué te da el ecumenismo? Las bases de la nueva humanidad, esa humanidad que es libre en su pensamiento, pero que es fiel a sus principios. Yo no me hago más católico y menos evangélico cuando practico el ecumenismo, al contrario, me hago más cristiano, más persona, más universal, más hombre nuevo, eso es lo que muchos no han entendido.

7. Profesor y profeta son palabras con raíz etimológica común, ¿cómo describiría su experiencia docente? ¿Desde cuándo se inicia en este campo?

La vocación docente fue un llamado de Dios. Yo quería ser docente pero el elemento estudio me llevó a la teología y luego comunicación social. Y de hecho, cuando asumí la labor profética, no fue por aquello de leer el futuro, sino que haces un análisis profundo de la realidad, del presente, de lo que te rodea, eso es ser profeta. Yo como profesor en la Universidad soy, en cierta forma, como un pastor, yo llevo a algunas personas hacia el conocimiento, de ahí surgen unos compromisos que son éticos, que son morales, yo tengo que actualizar mis conocimientos para darle lo mejor a mis estudiantes. Mi mamá me decía a mí, “vos tenéis pasta de maestro”, ella quería que yo fuera profesor, pero es a través de la vocación pastoral y cristiana como llego a la docencia, en la iglesia vengo ejerciendo mi rol de docente. Por eso comparto eso de que el rol del educador, es el de profeta, pues tenemos una responsabilidad más allá de lo profesional, más allá de lo académico, con las personas que estamos guiando. Yo creo que la profesión más grande, la profesión más hermosa y más completa es la educación.

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